
En el día a día del aula, no es raro encontrarnos con estudiantes que parecen "estar en la luna", que se distraen fácilmente, no terminan sus tareas o tienen dificultades para seguir instrucciones. Pero... ¿estamos frente a un caso de Trastorno por Déficit de Atención (TDA) o simplemente se trata de falta de motivación? Aunque ambos pueden parecer similares en la superficie, diferenciarlos es clave para brindar el apoyo adecuado sin etiquetar erróneamente a los alumnos.
¿Por qué es importante distinguirlos?
Confundir TDA con falta de motivación (o viceversa) puede llevar a estrategias ineficaces e incluso injustas. Un niño con TDA necesita intervenciones específicas, mientras que uno desmotivado puede responder bien a cambios en el ambiente o en las dinámicas de clase. Para los docentes, que muchas veces deben atender a grupos numerosos, es fundamental contar con herramientas claras para observar, analizar y actuar.
Señales clave para diferenciar:
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Trastorno por Déficit de Atención (TDA) |
Falta de motivación |
Origen |
Neurológico. Se presenta desde edades tempranas. |
Situacional. Puede cambiar según el contexto o la asignatura. |
Consistencia |
Las dificultades atencionales se presentan en varios contextos: escuela, casa, actividades extracurriculares. |
Aparece en situaciones específicas, como asignaturas que no interesan o con ciertos docentes. |
Esfuerzo |
El alumno quiere prestar atención, pero no puede sostenerla. |
El alumno puede prestar atención, pero no quiere. |
Respuesta a reforzadores |
Mejora parcialmente con estímulos externos, pero la dificultad persiste. |
Puede mejorar notablemente cuando hay interés, incentivos o cambios en la dinámica. |
Historia académica |
Dificultades constantes, incluso con acompañamiento. |
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¿Qué observar en el aula?
A continuación, algunas preguntas que te pueden ayudar a hacer una primera observación:
- ¿Este comportamiento se repite en distintas materias y con distintos maestros?
- ¿El estudiante parece frustrado por no poder concentrarse, incluso cuando lo intenta?
- ¿Mejora su participación si se le asignan tareas que le interesan?
- ¿Presenta impulsividad o hiperactividad más allá de la desatención?
- ¿Hay antecedentes familiares de TDA?
Recuerda: estas observaciones no reemplazan un diagnóstico clínico, pero sí te orientan para referir o adaptar estrategias pedagógicas.
Estrategias prácticas para el aula (con o sin diagnóstico)
💡 Para estudiantes con TDA o sospecha:
- Usa instrucciones claras, breves y por pasos.
- Integra apoyos visuales o materiales manipulativos.
- Establece rutinas y tiempos previsibles.
- Permite pausas breves o movimientos programados.
- Ofrece tareas en bloques cortos para evitar la sobrecarga.
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💡 Para estudiantes desmotivados:
- Vincula los contenidos con sus intereses personales.
- Ofrece opciones de elección en tareas o productos.
- Reconoce sus logros, por pequeños que sean.
- Utiliza dinámicas activas, gamificación o aprendizaje cooperativo.
- Conversa con él: ¿qué lo desmotiva? ¿qué le interesa?
Diferenciar entre TDA y falta de motivación no siempre es sencillo, especialmente cuando tienes 20 o más alumnos con diferentes necesidades. Pero tu mirada, tu escucha y tu sensibilidad son herramientas poderosas. No necesitas tener todas las respuestas, solo estar abierto a observar, ajustar y acompañar. Porque a veces, detrás de la desatención hay un cerebro que necesita apoyo… y otras veces, solo un corazón que necesita conectar y ser escuchado.
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